¨Hijo de Doña Rosita Lozano Bustamante, quien siempre le apoyó en el campo artísitico¨

El nacimiento de un artista

El nacimiento de un artista

Don Manuel de Jesús Lozano, nace en Loja el 30 de Diciembre de 1908 en la parroquia de San Sebastián. Hijo de Doña Rosita Lozano Bustamante, quien siempre le apoyó en el campo artísitico, ya que ella desde su infancia notó en él ciertas cualidades innatas para la música.

Su educación primaria la recibio en las escuelas Miguel Riofrio y José Antonio Eguiguren de los Hermanos Cristianos. Es a la corta edad de 8 años cuando ya manifestó sus grandes cualidades musicales, dominando con maestria la ejecución del bandolín y la guitarra.

En el año 1923 empieza a estudiar con el Maestro Salvador Bustamante Celi que era pariente de Doña Rosita, quien le enseña Solfeo Rítmico y Melódico, Armonía y como instrumento le sugiere el violín.

Organiza y dirige el grupo de guitarras y bandolín que gana el primer premio en un concurso promovido en ese entonces por el Ilustre Concejo Cantonal de Loja, en el año de 1924. Dicho grupo estaba integrado por César Alberto Ortega y Lauro Ruiz en las guitarras y Manuel de J. Lozano en el bandolín. La primera intervención fue con el paso doble ¨Tren Expreso¨ y la segunda con el pasillo ¨Reir llorando¨. El premio a que se hicieron acreedores consistia en 100 sucres pagados en niquel de 20 centavos, que en ese entonces circulaba por primera vez como emisión monetaria.

A la edad de quince años compone el sanjuanito ¨Lojanito¨. A pesar del gran amor que sentía por la música, pero consiente que de ella no era posible vivir, aprende telegrafía; ingresando al telegrafo en el año de 1930. Empieza a trabajar en esta carrera en el Cisne, luego en Malacatos, y en febrero de 1932 recibe el nombramiento de Ayudante en Macará, permaneció aqui seis años en donde compuso su famoso pasillo ¨Ya no te quiero, pero no te olvido¨.

En el año de 1938, en Macará contrae nupcias con la distinguida dama macareña, doña Elsa Nidia Campoverde Valdivieso. Con su esposa regresa a Loja para en esta procrear a sus hijos: Melva María, Manuel Enrique, Fanny Judith, Norma Beatriz, Aura Estela, Luis Guillermo, Elsa Cecilia, Carmen Alicia, María Elena, Zoila Rosa y Sandra Paulina, formando un hogar en donde por las enseñazas de su padre predomina el respeto y cariño mutuos.

Sus hijos heredan su talento artístico, distinguiendose en el canto y en la interpretación instrumental. Fruto directo de este envidiable ambiente de esparcimiento espiritual es el conocido tronpetista Luis Lozano Campoverde.

En el año de 1947, don Manuel de J. Lozano integró el Coro Santa Cecilia, dirigido en ese entonces por el maestro italiano Angelo Negri. En el año de 1960, ya consta como profesor de la Escuela Superior de Música, anexa a la Universidad Nacional de Loja; junto con otros profesores como : Srta. María Piedad Castillo, Segundo Puertas Moreno, César Alberto Ortega y Miguel Caño Madrid. Siendo esta institución musical en ese tiempo de gran prestigio y renombre a nivel nacional.

Don Manuel de J. Lozano fue también integrante de la Orquesta Sinfónica, la misma que cumplia con una amplia difusión cultural que junto a grupos corales, de cámara y solistas se encargaron de difundir la música universal y nacional.

En el año de 1962, se jubila de telegrafista, y al año de esto, exactamente en 1963, es llamado a colaborar en el Departamento de Radio del Banco Nacional de Fomento, sucursal en Loja; jubilandose en esta institución en 1981.

Luego de su jubilación se dedica a vivir en su finca vacacional de la población de Malacatos, en donde luego de la Música, se convierte en su actividad preferida la jardineria; viviendo los últimos años de su vida en un ambiente de calma, tranquilidad e inspiración, produciendo entre otras obras: el vals ¨No quisiera llorar¨, el albazo ¨Traguito de Malacatos¨ y el pasillo ¨Gratitud¨.

Fallece el 23 de abril de 1994, victima de una enfermedad que la padeció por el lapso de dos meses.

Grande y variada es la producción de este connotado compositor, a quien la modestia y humildad constituyeron sus virtudes; en medio de una vida esforzada y de un trabajo dignificante, que le permitieron mantener a su familia y dar a sus hijos un buen futuro sin olvidarse nunca del arte que se constituyó en su compañero inseparable hasta los últimos días de su vida.

 


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